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  • La cumbre entre Trump y Putin en Alaska parece prepararse para sellar una derrota de Ucrania

    Kyiv, Ucrania CNN - La ubicación importa, declaró el exmagnate inmobiliario estadounidense Donald Trump. Momentos después, anunció que Alaska, un lugar vendido por Rusia a Estados Unidos hace 158 años por US$ 7,2 millones, sería el lugar donde el presidente Vladimir Putin intentará vender su gran acuerdo de tierras, en el que Kyiv le entregaría porciones de tierra que aún no ha podido ocupar.

    La cumbre entre Trump y Putin en Alaska parece prepararse para sellar una derrota de Ucrania
    Las condiciones en torno a la cumbre del viernes favorecen tanto a Moscú que es obvio por qué Putin aprovechó la oportunidad, tras meses de negociaciones fraudulentas, y es difícil imaginar que de allí vaya a surgir un acuerdo bilateral que no destruya a Ucrania. Kyiv y sus aliados europeos han reaccionado con comprensible horror ante las primeras ideas del enviado de Trump, Steve Witkoff, sobre la posibilidad de que Ucrania ceda lo que queda de las regiones de Donetsk y Luhansk a cambio de un alto el fuego.

    Naturalmente, el líder del Kremlin ha promovido la idea de ganar terreno sin luchar y ha encontrado un receptor dispuesto en Witkoff, quien en el pasado ha mostrado una comprensión relajada de la soberanía ucraniana y de la complejidad de pedir a un país, en el cuarto año de una invasión, que simplemente abandone a las ciudades que ha defendido con miles de hombres.

    Vale la pena detenerse y reflexionar sobre cómo sería la propuesta de Witkoff. Rusia está cerca de rodear dos ciudades clave de Donetsk -Pokrovsk y Kostiantynivka- y podría sitiar a las tropas ucranianas que defienden estos dos centros en las próximas semanas. Ceder estas dos ciudades podría ser algo que Kyiv haga de todos modos para conservar efectivos en los próximos meses.

    El resto de Donetsk, principalmente las ciudades de Kramatorsk y Sloviansk, presenta una perspectiva mucho más desalentadora. Miles de civiles viven allí ahora, y Moscú disfrutaría ver a los residentes evacuando las ciudades mientras las tropas rusas entran sin disparar un tiro.

    La negativa del presidente de Volodymyr Zelensky a ceder territorio en la madrugada de este sábado refleja el verdadero dilema de un comandante en jefe que intenta controlar la ira de sus militares y la profunda desconfianza del pueblo ucraniano hacia su vecino, que continúa bombardeando sus ciudades cada noche.

    ¿Qué podría obtener Ucrania a cambio del "intercambio" al que se refería Trump? Quizás las pequeñas franjas fronterizas ocupadas por Rusia en las regiones de Sumy y Járkiv -parte de la supuesta "zona de amortiguación" de Putin-, pero no mucho más, para ser realistas.

    El objetivo principal es un alto el fuego, y eso en sí mismo es una exageración. Putin ha sostenido durante mucho tiempo que el alto el fuego inmediato exigido por Estados Unidos, Europa y Ucrania durante meses es imposible, ya que primero debe realizarse el trabajo técnico de monitoreo y logística. Es poco probable que haya cambiado de opinión ahora que sus tropas están dominando el frente oriental.

    Europa también se muestra recelosa de replicar el fracaso del exministro de Asuntos Exteriores del Reino Unido, Neville Chamberlain, al enfrentarse a la Alemania nazi en 1938: la inutilidad de un "papel" firmado por un Kremlin que ha hecho repetidamente acuerdos en Ucrania y luego simplemente ha aprovechado las pausas para reagruparse antes de volver a invadir.

    Hay que reconocerle a Putin que ha dejado claro lo que quiere desde el principio: toda Ucrania subyugada u ocupada y un reinicio estratégico con Estados Unidos que implica dejar caer a Kyiv como una piedra. Su asesor, Yuri Ushakov, mencionó que Alaska es un excelente lugar para hablar de cooperación económica entre Washington y Moscú, e insinuó que ya se había propuesto una cumbre de regreso en Rusia.

    Existe el riesgo de que veamos una cordialidad entre Trump y Putin que permita al presidente estadounidense tolerar reuniones más técnicas entre sus funcionarios sobre el contenido y el momento de cualquier acuerdo de alto el fuego. Un plan sobre intercambios o apropiaciones de tierras que favorezca totalmente a Moscú podría entonces presentarse a Kyiv, con los viejos ultimátums estadounidenses sobre el intercambio de ayuda e inteligencia condicionados a su aceptación del acuerdo, como ya hemos visto. Esto dará pie a que el presidente de Francia, Emmanuel Macron, vuelva a llamar a Trump, y ahí vamos. Putin necesita más tiempo para seguir conquistando y está a punto de conseguirlo.

    ¿Qué ha cambiado desde la última vez que Trump se vio arrastrado de nuevo hacia la órbita rusa, en torno al conflicto en el Despacho Oval con Zelensky? Ahora hay dos elementos que entonces estaban ausentes.

    En primer lugar, no podemos ignorar que India y China -la primera arriesgándose a aranceles del 25 % en dos semanas y la segunda aún a la espera de conocer los daños que sufrirá- llamaron al Kremlin en los últimos días. Podrían haber impulsado a Putin a reunirse con Trump, o al menos a volver a mostrarse diplomático, ya que podrían estar preocupados por el riesgo de sus importaciones de energía debido a las sanciones secundarias de Trump.

    Pero Putin no debió de necesitar mucha persuasión para aceptar una invitación formal a Estados Unidos para celebrar la reunión bilateral que su equipo ha mantenido durante mucho tiempo como la vía hacia la paz en Ucrania. Y otra fecha límite para las sanciones, el viernes, acaba de pasar volando, casi inadvertida en medio del alboroto sobre Alaska y los acuerdos territoriales.

    En segundo lugar, Trump afirma que su pensamiento sobre Putin ha evolucionado. "Decepcionado", "repugnante", "me está manipulando", son todas expresiones nuevas en su léxico sobre el jefe del Kremlin. Aunque Trump parece capaz, sin esfuerzo, de evitar causar un verdadero daño a Moscú, permitiendo que amenazas y plazos caigan sin efecto a su alrededor, está rodeado de aliados y republicanos que le recordarán hasta dónde ha llegado antes por estos caminos.

    Mucho podría salir bien. Pero el escenario está preparado para algo más siniestro. Hay que considerar por un momento la mentalidad de Putin. La tercera amenaza de sanciones de Trump se ha desvanecido y sus fuerzas están entrando en un periodo de ventaja estratégica en las líneas del frente. Ha recibido su primera invitación a Estados Unidos en una década para hablar de paz sobre Ucrania sin Ucrania, y discutir un acuerdo en el que ni siquiera tiene que luchar para obtener parte del resto de la tierra que desea. Y esto es antes de que el exespía de la KGB ponga en práctica su aparente magia sobre Trump.

    Faltan seis días para el viernes, pero incluso desde ahora ya parece estar preparándose una lenta derrota para Kyiv.


    FUENTE: CNN ESPAÑOL

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